Bienvenidos...

Un espacio interior que da a la calle. Algunas historias son internas porque son de esas que pasan dentro de uno y no siempre se cuentan ni se muestran. Otras, porque son de nosotros con otros. Historias de nuestra propia historia o historias contadas desde dentro. Historias internas también es el espacio donde están las cosas de mis hijos, sus anécdotas, algunas de las infinitas escenas que me hacen vivir lo mejor de mi vida: Juli, Fafa y Santi. Por ahora escribo yo. Mañana tal vez escriban ellos.

Que lo disfruten como disfruto de vivirlas y escribirlas. Que sufran junto a mí. Que se alegren. Que compartan o disientan. Como sea, gracias por tomarse el tiempo de leer.

Fer


Las 3 mejores razones

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Sin bostezar por dos semanas ¿y qué?

- Doctora, hace como dos horas que intento bostezar y no puedo- dije.
- Sí, me imagino... y probablemente por un par de semanas más tampoco puedas -respondió ella, unos 28 o 29 años, médica clínica de guardia del Hospital Italiano- Esto duele muchísimo, es muy molesto y tarda mucho en irse.

Palabras más o menos, fue esa parte del diálogo -entrecortado por mis puntadas en el costado izquierdo del pecho- después de ver la placa de torax. Así terminó la jornada deportiva, el clásico de los martes con los papás de compañeritos de los chicos (de Juli y de Fafa, todos mezclados). Yo, jugando de 7 libre en la mitad de la cancha mirando hacia mi arco, esperando el la bocha para un furibundo contraataque. Javier (papá de Iván) de arquero adelantado, sigilosamente a mis espaldas. Rebote en mi área, el defensor habilita pase largo a la mitad de cancha. Recibo y me hago un autopase hacia atrás. Me doy vuelta como una tromba para llegar a la redonda antes que el arquero (que yo desconocía adelantado). Él avanza, contundente, para cortar mi autopase. Cuando giro siento un hombro, contundente, en mi pecho a la vez que levanto la cara y le doy un tremendo mandibulazo en la oreja al estimado Javier.

Resultado: traumatismo y contusión costal, con inflamación ad hoc, en el único músculo que no se puede inmovilizar (por ese detalle de que uno tiene que seguir respirando, vio?). Y suspender actividad física por un mes.
Tratamiento: Ajo (derse) y Agua(ntarse) los puntazos por unas semanas mientras ingiero durante al menos 10 días una dosis para caballo de Diclofenac cada 12 horas (mi estómago, agradecido).
Efectos colaterales: cuando inspiro profundo, me doblo; si intento bostezar, no puedo...
Pregunta filosófica subyacente: ¿se puede vivir sin bostezar durante dos semanas?

Hoy, temprano, Juli y Fafa estaban despiertos en el patio. Después de haber terminado durmiendo en la cama de Santi, escuché de fondo una discusión bizantina sobre los gogos (neófitos, desasnarse en Wikipedia como lo tuve que hacer yo para saber a qué querían jugar mis hijos... ). Como se peleaban, me incorporo de golpe para ir a mediar y.... zas! el pinchazo que me deja doblado y sin aire...

Creo que ni una hora y media de explicaciones moralizantes, ni un par de gritos, ni un par de chirlos, hubieran sido tan efectivos. Las caras de Juli y Fafa, aterrados, compungidos, anonadados y apenados por mi penosa situación y mi expresión de dolor se sumó a un silencio sepulcral que dejó de lado toda posible discusión sobre los malditos gogos.

"Papi, ¿estás bien?", "Papi ¿te duele?", "Papi ¿qué te pasó" se intercalaban las preguntas uno y otro mientras me abrazaban y me acariciaban. Yo, sentado a duras penas en la cama, les explicaba que estaba bien, que no se 'cropuparan' (diría Santi).

Hoy anduve con sueño todo el día. No pude bostezar. No me importó un pomo. Tengo todavía en mi mente la cara de ternura de los chicos como antídoto contra el dolor y el sueño. Probablemente no pueda bostezar por dos semanas... ¿Y qué?

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