Bienvenidos...

Un espacio interior que da a la calle. Algunas historias son internas porque son de esas que pasan dentro de uno y no siempre se cuentan ni se muestran. Otras, porque son de nosotros con otros. Historias de nuestra propia historia o historias contadas desde dentro. Historias internas también es el espacio donde están las cosas de mis hijos, sus anécdotas, algunas de las infinitas escenas que me hacen vivir lo mejor de mi vida: Juli, Fafa y Santi. Por ahora escribo yo. Mañana tal vez escriban ellos.

Que lo disfruten como disfruto de vivirlas y escribirlas. Que sufran junto a mí. Que se alegren. Que compartan o disientan. Como sea, gracias por tomarse el tiempo de leer.

Fer


Las 3 mejores razones

domingo, 27 de septiembre de 2009

De lejos te vi venir...

Como padre, uno de los retos mayores (a mi -escaso- criterio) es el de no estigmatizar a los chicos. Ese comentario ganso de "es tan creativo" o "es demasiado flaco" termina convirtiéndose en una etiqueta que luego el tipo tiene que sostener (no puede dejar de ser el creativo o el flaco, porque eso le implicaría perder su lugar en esa organización). Además. termina convirtiéndose en el centro de su terapia, 20 años más tarde.

Bueno... todo lo que hagamos va a convertirse en el centro de su terapia 20 años más tarde, pero tratamos de minimizar el margen.

Pero más allá de que seamos padres modernos, evolucionados y leídos, hay personalidades que se perfilan desde la más tierna infancia. Y es imposible no verlo…

Volvíamos del club, en el auto, domingo a las 18. Minuto más o menos. Fafa me pregunta si yo sé qué es lo que tiene que hacer para tener su propio puesto de limonada (abajo el imperialismo cultural yanqui!!!). Tentada, en retribución a otras gentilezas (un guiño bastante habitual ente nosotros, que nos causa mucha gracia) le contesto que el que sabe más del tema "es papito". Papito me lanza una sonrisa de "muchas gracias, yegua", le pregunta qué quiere saber y se prepara para el cañonazo. Fafa dispara, sin clemencia "pá, entonces contame todo lo que sabés sobre puestos de imonada". Me apiado “Fa, cuando seas más grande vamos a ir averiguando todo, para que tengas un puesto de limonada como corresponde”. Se agranda “bueno, ya sé que necesito una mesa de rrrrueditas (sí, Fafa habla como pajarrito). Pero tiene que ser una mesa grrrrande…”. Le susurro a Fer que lo mismo dijo hace 25 años el dueño de Starbucks, y nos reímos. Fafa continúa con un constructo extraño que, sabrá Dios, llega al punto de que él quiere saber qué tiene que pagar.

Julieta, a quien yo le veía uñas de lectora pero sus maestras la destacan como muy hábil con las matemáticas, salta inmediatamente: “de ninguna manera, vos tenés que cobrar, no que pagar, porque si gastás la plata que ganás, no tenés plata luego para comprar las cosas que tenés que comprar…”. Le susurro a Fer: el boliche ya tiene Gerente Financiero. Nos seguimos riendo.

Mientras el creativo sigue con el delirio de dónde va a poner “su propio puesto de limonada” y Julieta, minuciosa, le insiste con el business plan, Santiago, que estaba calladito sentado en el medio de los dos, viendo los restos negros de un pasacalle que colgaba de un árbol en Libertador, grita “miren, un orangután”.
No quiero etiquetarlos, pero es inevitable hacerse la imagen. Tienen un bar. Los tres. Fafa está entusiasmadísimo con la loca carta de tragos a base de limonada y la ambientación cool del lugar. Julieta analiza presupuestos y atiende la caja con ojos de amo. Santiago charla en la barra con cuanto personaje aparezca, y cada tanto invita una ronda, “en honor al orangután”.