El tema de la
sexualidad en casa nunca fue tabú. Por supuesto que no nos paseamos
desnudos por el living (lo cual en mi caso sería una ofensa al buen
gusto del espectador) ni charlamos sobre nuestra vida marital con los
niños, pero cuando ha surgido alguna pregunta la hemos respondido sin
parpadear. Transpirando, pero sin parpadear.
Tenemos la inmensa fortuna de contar con un grupo de amigos muy
heterogéneo. Tías y tíos casados, solteros, de novios, célibes, gays, de
juerga. Y nunca, nunca, la situación romántica de las personas a
nuestro alrededor fue un secreto. Había algún tío o tía que cambiaba de
pareja como de calzones, una tía soltera que vivía con su madre, un tío
solterón (hoy redimido) que vivía con su tía, una tía que era "querida"
(en el sentido más inocente que puedan darle al término) de otra tía y
tíos que vivían juntos como pareja. Tíos que tenían hijos, tíos que no
los tenían, tíos que criaban hijos de sus parejas. Y a los chicos,
aunque a algún adulto rancio pueda sonarle raro, les resultaba lo más
natural del mundo. Porque, sin lugar a dudas, los de los problemitas
somos los grandes.
En este contexto de lo que se vive y no necesita explicación, Juli se
aproximaba a la edad de crecer y a las clases de educación sexual en la
escuela. Desde luego que preferíamos que la nena afrontara esto con
data obtenida en casa. De rebote la ligó Fafa, que ya había venido con
un par de guarangadas del cole, por supuesto sin tener la menor idea de
lo que estaba diciendo.
Así que un sábado en que papi tenía plan con Santi, mamá sentó a “los
grandes” y, papel y marcadores en mano, se dispuso a “hablar con ellos
de cosas importantes”. Yo no hice el curso de "introducción a la
sexualidad para los hijos pequeños". Hice lo que pude, con todo el amor,
la paciencia y la naturalidad que el Señor me ha dado.
La primera premisa fue que en esa conversación no había “malas
palabras” y que podían preguntar de todo. La barrera levantada dio lugar
a un bloque de “malas palabras” soltadas como un rosario, mal dichas,
carcajadas, más “pitos” y “vaginas” y “coger” y carcajadas. ¿Listo?
Arranquemos, sin pavadas.
Dibujé una nena y un nene. Dibujé una mujer y un hombre. Risas y
miradas cómplices entre ellos. Entre los niños no hay diferencias más
que un pito y una rayita. Entre los adultos sí. La mujer angosta la
cintura y ensancha las caderas. Tiene tetas. El varón tiene un pito
grande, y pelos por todos lados (que las mujeres también pero los
mantenemos a raya con métodos dolorosos y primitivos fue algo que surgió
tangencialmente). Y en el medio, el desarrollo, que es lento, que en
cada uno se da a su tiempo, que nunca, pero nunca-nunca es igual de una
persona a otra. Y que en este proceso hay momentos en que no nos vemos
como niños ni como adultos, pero seguimos siendo hermosos porque estamos
creciendo.
Resuelto el envase, vamos al contenido. Primero lo fácil. Hoja nueva,
pito por dentro. Silueta de pene, escroto, testículos, vejiga y uretra,
vesícula seminal. Colores, flechitas y nombres. Que juro que se los
(casi) acuerdan.
Hoja nueva. Cadera femenina corte lateral. Ano con intestino, vulva,
uretra con vejiga. Y en el medio ¡vagina!. Hoja nueva. Cadera femenina
corte frontal. Vagina, cuello, útero, trompas, ovarios. Endometrio,
óvulos.
Los dos tipos calladitos, serios. A cada rato “¿me entienden?”, a
coro “sí”. Ahora que sabemos cómo es, vamos a cómo funciona. Primero en
la mujer. El endometrio es un “empapelado” que forra las paredes del
útero. Tiene todos los nutrientes necesarios para alimentar al bebé
cuando tiene el tamaño de un puntito. Todos los meses se empapela
fresquito, y si ningún bebé lo usa, se vuelve líquido y sale del cuerpo
en forma de sangre. Se llama “menstruación”, “regla”, “período”. Juli
cara de asco. Fafa se ríe. Por supuesto, se pone bueno, porque la cosa
cambia si sí hay bebé.
Todos los meses, cuando el empapelado está nuevito, el ovario suelta
un óvulo, que es como una semillita que no está completa como una
semilla de verdad, que va a la tierra y de la que sale una planta. Esta
“casi semilla” necesita de otra “casi semilla” que es del papá. Por eso
ustedes se parecen un poco a mamá y otro poco a papá (para qué decirles
que Julieta es igual a mi hermana, mi tía y mi primo y que los varones
son 100% D’Aloia…).
El óvulo sale del ovario y espera en la trompa. Si no pasa nada, cae
al útero y sale junto con el empapelado. Pero si llega la “casi semilla”
del papá, se hace el bebé, que baja y se pega al empapelado hasta que
forma su propia “heladera”, que es la placenta. Mamá y bebé se unen a
través de la placenta. Del útero de la mamá a la placenta y de la
placenta al bebé por el pupo, a través de la sangre que va y viene al
bebé le llegan aire y nutrientes. Hasta que está listo, se ubica con la
cabeza hacia abajo y sale por el cuello ¿se acuerdan que lo vimos acá?
Caras de “sí”, “qué asco”, “qué raro”, “andá redondeando”. Todo junto.
Y sí, llegó el momento temido, en el que Fafa, con su voz de títere,
preguntó cómo llega lo del papá a la mamá. Esta mamá, transpiraba y lo
miraba como si el techo no se me estuviera cayendo en la cabeza.
¿Cómo nos demostramos nosotros que nos queremos? Con abrazos y besos.
Las parejas igual, se dan besos y abrazos. Risas. Papá y vos se dan
piquitos. (Vos porque más tarde estás durmiendo, pensé pero no dije).
Bueno, todas las cosas son diferentes entre chicos y entre adultos.
Cuando una pareja de gente grande se quiere se dan otro tipo de besos y
abrazos. Y se abrazan tan fuerte y se ponen tan cerquita que pasan cosas
distintas de las que pasan en otros momentos. Se excitan. Y eso
significa que a las mujeres toda esta parte de acá (búsqueda de la hoja
correcta, hallazgo, señalamiento de vagina y cuello) se humedece, y a
los varones el pito se les pone duro. Fafa, voz de títere, yo a veces
tengo el pito duro, es cuando se pone contento. Sí, como eso. Entonces
el papá pone el pito dentro de la vagina de la mamá, y después de un
ratito sale una especie de cremita (“leche” era más apropiado pero no
pude) que transporta las “casi semillitas” del papá, que corren y corren
y sólo una llega hasta el óvulo. Eso es lo que se llama “hacer el
amor”, lo que de forma guaranga en la escuela dicen “coger”. Ahí se armó
el bebé. Carcajadas.
¿Entendieron? Sí, ¿nos hacés la leche? Sí ¿alguien tiene alguna duda?
Juli: no, pero eso de la menstruación (o algo así dijo, pero no
exactamente) es un asco. Fafa: yo, pero me lo explicás otro día ¿por qué
los travestis tienen la voz rara? Ok, preparé la leche. Y todavía me falta Santi.