Viernes. Tarde. A las 22, Santiago comía mandarinas (para variar) y disfrutaba de esos mágicos ratos de hijo único. Sus hermanos dormían desde hacía rato.
Con el tono de Mariano Grondona, quería preguntarle algo al padre, que Fer no entendía. Entonces vamos por el ejemplo. Con total solemnidad arranca "Es así, aposungamos que yo vengo...". Pateo a Fer por debajo de la mesa y le pregunto "¿cómo?". Yo ya medio tentada, Fer con cara de poker. Insiste "claro, aposungamos que yo vengo...". Yo me doy vuelta, para que no se me note la risa, Fer lo deja avanzar y le retruca "esperá, porque me perdí, aposungamos que vos venís y me decís". Incontinencia, largo la carcajada. Santiago nos mira, duda, y arremete "hagamos como que yo..:". Para el churrete, no.
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