Hace un año, precisamente durante el almuerzo del 25 de diciembre de 2009, Santiago jugaba con la perra de su prima Camila, y no vio venir la hamaca que le abrió las dos cejas. No vamos a hablar de las 24 horas siguientes a ese instante, porque es preferible que queden en el olvido. Sólo recordemos que, mientras todo aquello sucedía, Santiago se reía y comía chupetines.
Idéntica escena, un año más tarde, alguien evoca el recuerdo. Aseguro "y no hubo modo de que entendiera cómo fue la cosa, se pasó todo el año diciendo que en las cejas, lo que le pasó, fue que lo mordió la perra de Camila". Los demás nos miraban incrédulos, Fer asentía y reafirmaba "cada vez que se acuerda dice que fue la perra de Camila".
Para erradicar toda sombra de duda, lo llamo "Santi, vení, contale a la tía ¿qué te pasó en la frente?". Santi se da vuelta y me mira con gesto suficiente "¡mamá! me golpeó la hamaca". Sí, quedamos como unos pelotudos. Pero en fin, qué le hace una lancha más al Tigre...
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