
Fafa empezó a llorar desconsoladamente a las 6 de la tarde y no paró más hasta que se durmió. Me lo encontré, por ejemplo, llorando acostado en la bañera, sumergido en 10 centímetros de agua. Lo "embaté" y lo saqué.
Julieta se apiadó tanto de él que, mientras le hablaba suavecito diciéndole que sólo faltaba un ratito, le puso el pijama. Y Santi, que ajeno a todo jugaba a la play, al pasarle por al lado camino a la ducha se paró en seco, lo miró serio y le dijo "yo a vos te quiero mucho". Señoras y señores, los D'Aloia.
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