Bienvenidos...

Un espacio interior que da a la calle. Algunas historias son internas porque son de esas que pasan dentro de uno y no siempre se cuentan ni se muestran. Otras, porque son de nosotros con otros. Historias de nuestra propia historia o historias contadas desde dentro. Historias internas también es el espacio donde están las cosas de mis hijos, sus anécdotas, algunas de las infinitas escenas que me hacen vivir lo mejor de mi vida: Juli, Fafa y Santi. Por ahora escribo yo. Mañana tal vez escriban ellos.

Que lo disfruten como disfruto de vivirlas y escribirlas. Que sufran junto a mí. Que se alegren. Que compartan o disientan. Como sea, gracias por tomarse el tiempo de leer.

Fer


Las 3 mejores razones

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Con los hijos nunca se sabe

Unas semanas antes del primer campamento de Julieta, tuvimos una reunión con el equipo de educación física del colegio. Con buen tino, explicaron que a chicos de primer grado, que no habían acampado nunca y que muchos de ellos ni siquiera tenían experiencia en dormir lejos de mamá y papá, era muy importante darles todas las respuestas que necesitaran: adónde iban a ir, con quiénes, por cuánto tiempo, qué actividades iban a desarrollar, qué responsabilidad y cuidados tenían que tener, cómo se resolvía el plan de contingencia si alguno, definitivamente, arrugaba, etc.

Una parte muy importante de la charla fue que prestáramos atención a todos los planteos de los chicos, y que no por desenvueltos tenían que estar preparados para esto. Y ahí el tema me tocaba de cerca. Sí, aún pibes como Juli, que no eran miedosos ni apegados, podían tener temores.

Esa noche la agarré a la negra bañándose. "Juli, sabés que en unos días se viene el campamento, y va a ser un día completo que vas a estar fuera de casa, toda la noche y luego todo el día siguiente. El martes te llevamos a la escuela a la hora de siempre y el miércoles llegan a la escuela un rato después del horario de salida habitual. Yo quiero que vos tengas la libertad de elegir qué querés hacer, porque no hay ninguna obligación de ir...". Juli lloraba. Con toda la cara fruncida y unos lagrimones gigantes que caían a chorros y se mezclaban con la espuma de la bañera. "No llores, hija, contame por qué te angustiaste, no tenés obligación de ir al campa, si no querés..:". Cuando pudo calmarse un poco, me miró con esos ojos enormes y puchereó "¿y por qué nosotros no podemos ir 3 días como los de tercer grado??".

Le pedí que terminara de bañarse y se fuera a poner el pijama, conteniéndome para no mandarla a cagar.

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